Kerstin Lora de la Cruz – Profesora de Yoga
Hubo una etapa en mi vida en la que me sentía completamente desconectada. La ansiedad y el pánico aparecían como sombras inesperadas, paralizantes. Vivía desde el esfuerzo, desde el deber, intentando ser fuerte. Pero por dentro, algo se iba apagando lentamente. Nadie lo notaba… pero yo me sentía rota. Invisible. Y lo más duro: sola, en medio de todo.
Busqué ayuda en muchas formas: terapias, medicación, distracción. Pero nada lograba calmar ese torbellino interior. Hasta que entendí que no era un castigo. Era un llamado. Un llamado a parar, a mirar hacia adentro, a recordar quién era. La ansiedad me hablaba… y aunque no entendía su idioma al principio, algo en mí comenzó a escuchar.
Poco a poco, aprendí a quedarme conmigo, incluso en los días oscuros. Volví al Yoga, pero no como ejercicio… sino como un camino de regreso. Aprendí a respirar sin huir, a sentir sin juicio, a habitar mi cuerpo sin miedo. Fue un viaje lento, con avances y retrocesos. Pero fue real. Y transformador.
Hoy no tengo todas las respuestas. Sigo aprendiendo cada día. Pero sé que no estoy sola. Y tú tampoco lo estás. Si algo de lo que has leído resuena contigo, que sepas que es posible volver a ti. No de golpe, no con fórmulas… sino con verdad, con amor, con presencia.
Esta es mi historia. Y si quieres leerla con más calma, la he dejado aquí para ti:
Mi trabajo está guiado por una profunda confianza en el camino del Yoga
como herramienta de transformación interior.
Me inspiro en las enseñanzas milenarias de los Yoga Sutras de Patanjali,
especialmente en estos principios:
No se trata solo de no dañar a otros, sino de aprender a tratarnos a nosotras mismas con compasión.
El autocuidado no es egoísmo. Es un acto de respeto hacia nuestra existencia.
El Yoga no es solo moverse, sino observar.
A través de la respiración, del silencio y de la reflexión, aprendemos a conocernos.
La verdadera sanación comienza con el autoconocimiento.
El compromiso con una misma no siempre es cómodo.
Requiere constancia, paciencia y el valor de mirar hacia adentro, incluso cuando no es fácil.
El proceso no es perfecto, pero es sagrado.
La calma no llega cuando todo está bien.
Llega cuando aprendemos a estar en paz con lo que es.
Aceptar no es resignarse, es dejar de pelear con la realidad.
Creo que cada ser humano tiene la capacidad de transformar su vida desde adentro.
Que el cuerpo es un puente hacia el alma.
Y que el Yoga —vivido con profundidad y verdad— puede abrirnos a una vida con más presencia, libertad y amor.
No busco guiar desde el saber, sino desde la experiencia vivida.
Estoy aquí para recordarte que no estás sola.
Y que volver a tu Alma es posible.